Pensar, un ejercicio íntimo del ser humano



Las palabras encierran un lenguaje intimo con el pensamiento, la imaginación, van más allá de letras formando ideas, conceptos, teorías, el hombre a lo largo del tiempo ha logrado valorar la palabra escrita, pero en nuestra actualidad los tiempos modernos hacen que nos olvidemos de pensar y reflexionar sobre lo que pasa en nuestro entorno, la tecnología y los medios de comunicación nos llevan rápidamente mucha información que nuestra mente y nuestro cerebro no puede clasificar y decodificar correctamente.

Pensar es un ejercicio cotidiano, de mente y cuerpo pero que se vuelve confuso en una nube de cosas, precipitaciones, sentimientos, recuerdos, culpas, y pensamientos enervados que nos vuelven incapaz de ordenar nuestras ideas, de organizar nuestro tiempo, nuestra vida y nuestras decisiones.

El tiempo parece un enemigo implacable que nos absorbe todo, que olvidamos de vivir y que nuestro cuerpo y mente solo existen en un plano corporal, con una presencia meramente física que abruma nuestra esencia humana y que nos hace olvidar que el pensamiento y la reflexión le dan vida al cuerpo y a la mente.

¿Que hemos olvidado? ¿Por qué nuestra conducta y nuestro pensamiento se vuelve algo mecánico? Nuestro entorno social y cultural nos pide tener una interacción constante con el mundo y con las personas y la mayoría del tiempo este tipo de exigencia no devora nuestro tiempo, nuestras acciones y nuestros pensamientos solo son reflejo de lo que el mundo y el espectro social nos exige, nuestra conducta ha pasado a un plano mecánico, tedioso y rutinario que nos cuesta desarrollar nuestra personalidad.

Pensamos cuando nos interrogamos sobre nuestro ser histórico esencial. Pensar hace visible el fundamento original del ser que somos y lo deja atrás. O sea, pensar es hacer historia de esta manera peculiar. Si bien pensar es una capacidad que todos tenemos en tanto que seres humanos, ejercemos esta facultad – de la misma manera que cualquier otra capacidad humana – solamente cuando algo nos inclina a usarla; esto es, pensamos sólo si algo nos da que pensar.
Cuando dejamos de pensar dejamos al mismo tiempo reflexionar y dejar que el mundo piense y tome decisiones por nosotros, pues la publicidad, el marketing y las redes sociales nos inducen a sus experiencias, gustos, la manera como nos hablan nos llevan a decidir de una manera tacita, sin pensar, sin balancear lo favorable o desfavorable de la situación y nos aliena una forma de pensar, de actuar de trasgredir el mundo de tal forma que si no te podes adherir a esa forma de pensar y ser tarde o temprano tendrás la sensación de estar solo por no poderte adaptado a ese sistema de pensamiento.

Pero pensar con convicción propia, y reflexionar te hará más libre, te hará cuestionar el mundo de una forma sana, pues como dicen, el pensar es una facultad humana de la persona, pero el ejercicio de este derecho se queda relegado por el componente social y cultural de nuestra época. Pero que en nuestra capacidad individual y personal nos sujetara a construir cosas, momentos y situaciones propias.

Pensar nos adentrara a un ejercicio constante de reflexión y valoración constante del mundo y sus conductas como también nuestra condición de individuos, el pensar también es una actividad de aprendizaje constante que nos llevará a pulir nuestra mente, nuestra razón, pues de la “ratio” podremos ser capaces de hilar nuestras ideas de una forma lógica y filosófica.

Las palabras tendrán un valor propio al igual que nuestra ideas tendrán una identidad propia, hemos de aprender a ser personas con un ejercicio constante de pensamiento y reflexión.

Litzardo Rivas

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