Un árbol es talado en la ciudad,
un recién nacido es abandonado en la esquina cruel de la soledad,
en la calles se destila la sangre y el dolor
como el pan de cada día;
somos sepulcros blanqueados
predicando agua y bebiendo vino.
La muerte no tiene la última palabra,
el árbol ha vuelto a la vida en las páginas de un libro
y vamos peregrinando la vida de forma mecánica,
mutilando el llanto y el dolor humano.
No bastan las oraciones cuando la esperanza está agonizante,
el tiempo nos va ganando esa batalla;
la indiferencia nos abraza minuto a minuto
y nos aleja irremediablemente
que algún día la cenizas del fénix resurjan nuevamente
y que el hijo de Dios no de vuelva el hálito de vida
que nosotros mismos le hemos quitado al mundo.
A ese milagro de contemplar la vida,
la luz y la esperanza
y restaurar lo que hemos destruido,
a eso le llamaría: RESURRECION.
un recién nacido es abandonado en la esquina cruel de la soledad,
en la calles se destila la sangre y el dolor
como el pan de cada día;
somos sepulcros blanqueados
predicando agua y bebiendo vino.
La muerte no tiene la última palabra,
el árbol ha vuelto a la vida en las páginas de un libro
y vamos peregrinando la vida de forma mecánica,
mutilando el llanto y el dolor humano.
No bastan las oraciones cuando la esperanza está agonizante,
el tiempo nos va ganando esa batalla;
la indiferencia nos abraza minuto a minuto
y nos aleja irremediablemente
que algún día la cenizas del fénix resurjan nuevamente
y que el hijo de Dios no de vuelva el hálito de vida
que nosotros mismos le hemos quitado al mundo.
A ese milagro de contemplar la vida,
la luz y la esperanza
y restaurar lo que hemos destruido,
a eso le llamaría: RESURRECION.
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